En la constante búsqueda de soluciones efectivas para los trastornos alimenticios, es imperativo reconocer que dejar de comer compulsivamente no puede decidirse únicamente con el cerebro racional. A pesar de nuestro deseo consciente de superar este desafío, nos enfrentamos a sistemas más primitivos, instintivos y automáticos que a menudo nos devuelven al punto de partida.
Este fenómeno, similar al que se observa en las adicciones a sustancias como el alcohol y las drogas, implica un sistema cerebral dañado que dificulta el desenganche y la rehabilitación.
Los trastornos alimenticios, como la compulsión alimentaria, no solo se originan en la mente consciente, sino que también están arraigados en procesos más profundos y automáticos del cerebro. Los impulsos impulsados por la gratificación instantánea y la necesidad de aliviar el malestar emocional pueden sobrepasar fácilmente nuestras decisiones conscientes de controlar nuestra alimentación.
Además, la repetición de patrones de alimentación compulsiva puede alterar la química cerebral, creando un ciclo de dependencia y dificultando aún más la capacidad de controlar estos comportamientos. Así como las adicciones a sustancias alteran el funcionamiento del cerebro, los trastornos alimenticios también pueden provocar cambios neuroquímicos que refuerzan los comportamientos compulsivos.
Recompensa y dependencia alimentaria
El cerebro humano, con su circuito de recompensa compartido con otros animales, nos impulsa a repetir comportamientos que garanticen la supervivencia, como comer, beber, cazar y reproducirnos. Este circuito, generador de dopamina para premiarnos cuando realizamos acciones beneficiosas para nuestra supervivencia, es secuestrado por la adicción. Así, resulta difícil detener el consumo compulsivo utilizando únicamente el cerebro racional.
Caminos hacia la liberación y el equilibrio emocional
La adicción a la comida controla nuestra voluntad mediante cambios emocionales, cognitivos, motivacionales y motores, llevándonos al consumo excesivo. Aunque inicialmente comer proporciona placer y satisfacción, crea una dependencia que, cuando no podemos satisfacer, desencadena ansias y deseos intensos, a veces en un ciclo constante.
Es crucial comprender que dejar de consumir comida compulsivamente es tan complicado como liberarse de sustancias como el alcohol y otras drogas, quizás incluso más desafiante porque no podemos abstenernos por completo.
Directora de la Fundación Alimente
Tras lidiar con la obesidad y las adicciones he impulsado la Fundación Alimente para que más personas puedan beneficiarse del tratamiento de adicción a comer que tanto me ha ayudado.
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